Hoy os quiero presentar un fragmento de lo que va a ser un proyecto que irá saliendo a la luz durante el curso 2018/2019.
¡Comentarios, preguntas y sugerencias serán bienvenidos!
«Desde muy pronto me fascinó el mundo del canto. Habiendo recibido clases, sin otro ánimo que el de aprender, siempre me ha parecido extrapolable la manera de trabajar la voz al estudio de un instrumento de viento.
El hecho de manejar conceptos abstractos, elaborar sensaciones y requerir constantemente una apreciación auditiva muy concreta, me parece muy interesante.
Esta propuesta para clarinete, que es el instrumento que conozco, está inspirada por el mundo de la vocalización y del canto, que con tanta espontaneidad trabaja, desde el principio, el transporte continuo en semitonos.
Así como esta práctica es fácil y natural en el canto, en el caso instrumental requiere de varios años para poder ser ejecutada con soltura. Pero la práctica hace al maestro.
El dominio de la tonalidad (modos mayor y menor) es de crucial importancia para los intérpretes de música «clásica». Se practican, en la mayoría de los casos, escalas y arpegios en las distintas tonalidades y modos, algunas veces de memoria y otras, muy a menudo, con la partitura delante.
Según mi manera de ver las cosas, las tonalidades mayores y menores, por lo menos, deberían pasar por la memorización para ser aprehendidas e integradas en el lenguaje musical e instrumental propio y espontáneo de cada intérprete.
Algunas ideas en cuanto a las bases para realizar estas «vocalizaciones» son:
- embocadura
- firme (por fuera, musculatura que «rodea» la boquilla)
- flexible (por dentro, la mandíbula está libre y la cavidad bucal con espacio)
- flujo del aire
- continuo
- bien canalizado
- bien asentado en el cuerpo
- postura
- bien dirigida y activa
- flexible
- brazos, manos y dedos
- relajados
- mínimo movimiento
- mínima fuerza
- sonido:
- libre-fácil
- entonado-afinado-bonito
- bien emitido-pronunciado-dirigido»
[…]
Como os podéis imaginar, será una compilación de ejercicios dirigidos a mejorar la sonoridad, a la vez que se afianza la práctica de la tonalidad, poniendo especial énfasis en la escucha activa.
Como no puede ser de otro modo, se completa prestando atención a componentes técnicos como la respiración, la embocadura, el soplo y el apoyo, así como a la postura, la sujeción del instrumento y la digitación, todo ello base necesaria para poder hacer música con libertad.
¡Gracias por leer!
Cecilia
Genial!
Ardo en deseos de aprender con este proyecto
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¡Gracias, Borja!
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