CONSTRUYENDO EL SONIDO

Queridos lectores y suscriptores,

hoy tengo la suerte de poder hablaros de un gran libro.

«Construyendo el sonido«, de Antonio Ribera Soler, se ha publicado en 2020 en Armonía Universal, y representa, en mi opinión, una de las más importantes aportaciones en castellano al mundo del clarinete.

Aunque debajo del título podemos leer «99 ejercicios para mejorar la sonoridad en el clarinete», no se trata de un método. Es más bien un libro de consulta. Os cuento.

Como bien dice el autor, nada de lo que nos muestra es nuevo realmente, pero cuidado, no os dejéis engañar: lo realmente valioso de este libro es la reelaboración que Antonio hace de «lo que ya sabemos».

Me encanta la palabra «reelaborar»; me llamó la atención por primera vez en el instituto, cuando un profesor de literatura alabó un examen por «haber sabido reelaborar lo explicado en clase». Ahí empecé a ver que lo importante no es el «qué»: siempre es el «cómo». Y de nuevo me encuentro con la confirmación de este hecho en este libro práctico para clarinete.

El segundo punto que quisiera destacar, que aparece en el prólogo por su importancia capital, es la reivindicación del acto de escuchar.

Escuchar está relacionado tanto con el movimiento como con la quietud. Para escuchar debemos estar receptivos, y por tanto atentos, pero el sonido es ante todo movimiento, resonancia y pulso. No en vano, el sentido del oído y del equilibrio se encuentran ambos íntimamente relacionados.

No es mi intención hacer una relación exhaustiva de los siete bloques que constituyen este libro, pero sí me gustaría destacar algunos aspectos que resuenan con mi manera de entender el aprendizaje del clarinete.

Me encanta que trate el calentamiento como práctica para «calentar el instrumento, preparar nuestro cuerpo y comenzar a activar nuestros oídos». Coincide exactamente con mi manera de ver la primera aproximación diaria al instrumento, y es un punto en el que pongo mucho empeño a la hora de enseñar a estudiar a mis alumnos. También me gusta el énfasis en «memorizar e interiorizar» los ejercicios, para convertirlos en nuestro verdadero lenguaje instrumental, ligado al oído y al cuerpo, y no solo a reacciones automáticas a través de la lectura. Ser uno con el clarinete, o dicho de otro modo, que el clarinete sea una prolongación de cada uno de nosotros.

Así pues, todo esto enlaza de una manera natural con el apartado «Calentamiento», visto como una preparación del cuerpo (el instrumento y el oído) para establecer los fundamentos necesarios (respiración, producción del sonido, embocadura y lengua para articular el sonido). Otras indicaciones que me encantan a lo largo de este apartado son «respirando cuantas veces sea necesario», «escuchando internamente» o «te invito a que experimentes».

Respetar las necesidades de nuestro cuerpo a través de conocer y respetar nuestra respiración, convertir el estudio en una búsqueda y exploración del instrumento y nuestro cuerpo, y no en una sucesión de ejercicios impuestos y ajenos a nuestras propias necesidades, es un punto que encuentro muy interesante.

Antonio Ribera nos invita una y otra vez a tocar siempre con musicalidad, es decir, buscando un sentido, una dirección, un fraseo… El sonido es movimiento, la música es movimiento, tiene dirección, tiene sentido «gramatical», el sonido se transporta en el espacio y en el tiempo; buscar este sentido en cualquier pasaje que toquemos, ya sea una frase musical propiamente dicha o una sucesión de sonidos (un ejercicio de intervalos, escalas…), es algo que puede y debe hacerse, pues la finalidad de tocar un instrumento es aprender a expresarnos a través de él: fundir el lenguaje instrumental (cómo se toca) con el lenguaje musical (qué se toca), para traducir símbolos escritos y los sonidos resultantes en un mensaje que descifrará realmente el público: el músico como codificador, el público como intérprete.

El apartado dedicado a los «Armónicos» es excelente por su utilidad práctica. Reconocer y reproducir los armónicos en el clarinete nos aporta una serie de mejoras en nuestra manera de tocar: afinación, flexibilidad, imaginación del sonido, oído interno… yo, por lo menos, no había visto esta parte tratada de una manera tan profunda y bien secuenciada, de manera que sea comprensible también para los que no han entrado todavía en estos temas.

La digitación en el clarinete (y diría también en otros instrumentos) está sobrevalorada por un lado (la velocidad) y minusvalorada por el otro (el tacto, la presión de los dedos, la relación con el resto del cuerpo…). Una buena muestra más de que lo que realmente importa es el «cómo» y no el «qué». Y las explicaciones de Antonio Ribera hacen que así lo comprendamos.

En fin, hay pocos libros en castellano sobre el clarinete y su técnica, y este es realmente excelente. La técnica en su acepción más amplia y certera, y no como se suele llamar «de ir por casa» a la técnica a la mera movilidad de los dedos. La técnica debe de ser entendida como base de la creación del sonido, con todas las connotaciones que ello conlleva, porque «todo» es un ejercicio de sonido, desde una nota larga hasta un arpegio de séptima de dominante, desde un legato entre dos notas a un ejercicio de staccato veloz.

Debemos agradecer tener un compendio de todos estos recursos para hacer uso de ellos siempre que lo necesitemos. Una grandísima aportación a la enseñanza y al aprendizaje del clarinete, sin duda.

¡Muchas gracias por leer!

Cecilia

Antonio Ribera Soler (Agullent, Valencia, 1971) es Profesor Superior de Clarinete por el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid (1991), Profesor Superior de Dirección de Orquesta por el Conservatorio Superior de Música de Valencia (1999) y Doctor en Musicología por la Universidad de Oviedo (2014).

Desde 2017 es Catedrático de Clarinete del Conservatorio Superior del Principado de Asturias.

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