Aunque ha transcurrido un añito de silencio con esta sección, donde os presenté a Oriol Estivill, no cejo en mi empeño de acercaros a clarinetistas jóvenes que van trazando su camino con nombre propio.
Una generación que se caracteriza por una formación excelente y unas ganas de trabajar e innovar como nunca antes se había visto.
Conocí a Claudia de manera casual en unas pruebas de orquesta. Más adelante, conocí a su hermano, Javier Reyes -otro clarinetista a tener en cuenta, del que sí o sí oiremos hablar- en la masterclass de Johannes Peitz en Valencia, y ahí volví a encontrarme con Claudia y tuve la oportunidad de conocerla un poquito más.
Estoy segura de que os encantará leer la entrevista y acercaros a su personalidad.

¿Quién es Claudia Reyes?
En primer lugar, gracias por esta pregunta tan sumamente compleja.
Creo que Claudia es ante todo una persona muy observadora, realista o, más bien, estoica (como la define una persona querida) y comprometida. No todo son luces, y las sombras se llaman cabezonería y poco afán por delegar responsabilidades (entre otras que me guardo para la intimidad y los más allegados que las aguantan, ¡perdón!). Todas estas cualidades hacen que le gusten las cosas bien hechas y que encuentre siempre el modo de llegar a ese punto y, si no se puede, prefiera dejarlo para un momento más oportuno para siempre poder llegar a ese nivel indispensable de savoir faire.
También es una persona que quiere disfrutar de la vida y que no se conforma con situaciones en las que no encuentra balanceada su vida personal y profesional. En su vida actual, siempre la encontraréis balanceándose al filo de una acera, como cuando niña, buscando ese equilibrio entre ambas hasta que consiga que el balanceo sea cada vez menor. Ese disfrutar tiene muchas caras: una buena caminata en la naturaleza, una riquísima comida o cena, un viaje inolvidable, unos días en el pueblo, un rato en la cocina, una tarde frente a la chimenea o un rato de música en todas sus posibilidades. Es a esto último a lo que ha querido consagrar su vida profesional, siendo músico de orquesta, profesora, intérprete de música de cámara (¡lo que más le apasiona de todo!) y organizando y enfangándose con todos los fregaos que se le vienen a la cabeza.
En definitiva, una persona a la que le gusta vivir (¡pero qué obviedad, ¿no?!) siempre compartiéndolo con alguien, así como hacer realidad sus proyectos profesionales y de vida personal.
¿Puedes hablarnos de tus inicios en la música y en especial en el clarinete?
Mis comienzos en la música no gozan de una historia de fascinación por ella en la niñez ni ninguna historia especialmente entrañable. Todo se lo debo a un padre melómano que nos inculcó, a mi hermano y a mí, la afición musical y cuando, en mi caso, aún no había mostrado ningún interés por este arte me presentó un día un clarinete. ¿Por qué el clarinete? A él este instrumento le proporcionó mucho disfrute en su infancia y juventud. También la posibilidad de descubrir el mundo de la música gracias al nacimiento de la banda de Almuñécar (Granada) de la que es miembro fundador. Por tanto, no tuve mucha elección (para lo bueno, o lo malo).
En ese momento, con 9 años, empezó mi camino, no sin bastantes sinsabores al principio y, porqué no decirlo, con no mucha motivación. ¿Qué me hizo probablemente engancharme? Empecé a aprender solfeo en una escuela de una banda y, más tarde, clarinete en un conservatorio privado (por edad tuve que esperar a entrar al conservatorio público de Granada, directamente al actual Grado Profesional, y comenzar los estudios reglados “con la edad que me tocaba”).
Mirando hacia atrás, creo que el sentimiento de pertenencia a una comunidad con la que compartía algo que me empezaba a gustar y no se me daba mal, así como el ser capaz de producir “algo” en conjunto con esas personas era lo que me hacía a mí mejorar con el instrumento y fue lo que hizo que fuera mostrando interés y trabajando para mejorar, además del afán de superación inculcado por mis padres.
[La música] tiene mucho de esa fascinación mágica que hace que en muchas ocasiones comprendan mejor la esencia muchos amateurs y músicos populares.
En estos primeros años no puedo no destacar y agradecer la labor incansable (los preadolescentes solemos hacer poco caso, y si viene de los padres, menos) de mi verdadero profesor en ese momento que fue mi padre, el cual desde el más perfeccionado olfato e intuición musical intentaba que no diera una nota muerta, sin musicalidad. De estos años aún guardo consejos puntuales que me recuerdo de vez en cuando y que su utilidad me es incuestionable. Ahora soy capaz de ver y entender que la música no es solo la técnica y teoría súper estructurada que normalmente estudiamos en las instituciones, sino que tiene mucho de esa fascinación mágica que hace que en muchas ocasiones comprendan mejor la esencia muchos amateurs y músicos populares. Al vivir la música, quizás, de una forma más inherente y “normal”, en mi opinión, se da la circunstancia de que son capaces de transmitir las ideas musicales de una forma mucho más natural y entendible. Es precisamente lo que viví en esos primeros años de contacto con el mundillo.
¿Quién ha marcado (para bien) tu etapa formativa?
Han sido muchas personas las que han marcado mi etapa formativa y estoy segura de que vendrán muchas más, en los próximos años. He tenido la suerte, gracias a mis padres que siempre me han apoyado incondicionalmente en todos los sentidos, de tener la oportunidad de entrar en contacto con personas que me han marcado no solo como profesores de clarinete, sino que también lo han sido de vida, si eso pudiera enseñarse.
Mi etapa formativa clarinetisticamente hablando ha estado muy influida por José Luis Estellés, quien siempre es apoyo y con quien guardo una bonita amistad actualmente. Él es quien ha sido capaz de desarrollarme como clarinetista sin imposiciones, cuidando, haciéndome consciente y explotando mis cualidades. Harri Mäki, Sergio Barranco, Anthony Pay y Lorenzo Coppola han sido una inspiración desde muchos ángulos y, de una manera u otra, siempre acaban apareciendo sus consejos en mis sesiones de estudio.
Con mis últimos años de máster empecé a tener otros intereses dentro de la música, me refiero, sobre todo, a entenderla desde otras ópticas que no fueran a través del ojo del intérprete y a conocer la relación de esta con su tiempo social, político-económico y de pensamiento. En mi Máster de Investigación Musical, mi etapa formativa más reciente, he encontrado esa apertura de miras que necesitaba. Estudiar estética, historiografía de la música o filosofía del arte me ha hecho, sin duda, profundizar en esa visión en tres dimensiones que ya empecé a entrever en mi máster en Helsinki, y que creo absolutamente esencial para cualquier intérprete. Profesores como Jordi Pons, Ferrán Escrivá o Javier García-Luengo, han sido sin duda culpables de mi cambio respecto a vivir la música en 2D a una maravillosa experiencia 3D.
También han sido algunos directores de orquesta los que han dejado una especial huella: cómo olvidar al realmente humano Vladimir Jurowski o al mago Jukka Pekka Saraste.
Podría también nombrar a multitud de compañeros y demás personas, pero estos con los que guardo una relación más cercana saben perfectamente mi admiración por ellos.
Has estudiado fuera de España: ¿Qué destacarías de esta experiencia, tanto para tu formación musical/clarinetística, como para tu desarrollo personal?
No puedo más que tener comentarios buenos de mi etapa en Finlandia, ya que considero, entre todo lo que conozco, que la Academia Sibelius es realmente un prototipo de institución musical muy buena. Creo que la formación que recibí allí completó de la manera que yo buscaba la línea de trabajo que tuve en Musikene: mucha música de cámara, interconexión entre disciplinas de estudio y un profesorado que no te imponga, que te desarrolle. Pero una cosa que me gustaría destacar es el empujón que desde la Academia te llega para tener tus primeras experiencias en el mundo profesional. Creo sin duda que este es uno de los factores a valorar más de esta institución, además de la inmensa libertad que sus planes de estudios ofrecen, haciendo que el alumno se acerque así a lo que realmente será su vida al salir de la burbuja que supone la etapa formativa.
En cuanto a desarrollo personal, ¡¿qué puedo decir?! Finlandia es un país de contrastes, en el que el propio ritmo de vida allí hace que tropieces o resbales (más veces de las que me gustaría literalmente) y te encuentres ante tu reflejo en el espejo más a menudo de lo que quizás toca. Al menos para mí, una persona sureña, el aprendizaje en lo que concierne a autoconocimiento creo que ha sido el mayor experimentado hasta el momento. Aunque crea que es el país donde quizás no está mi futuro por razones personales, en Finlandia me he desarrollado como músico y me he conocido, aunque aún no haya podido responder a tu primera pregunta…
Estás ya plenamente en tu etapa profesional: ¿qué fue lo más complicado de pasar de ser estudiante a establecerte profesionalmente?
Me gustaría hilar esta pregunta con la primera parte de la anterior. Lo que más he echado de menos es formación o, al menos, en primer lugar, reconocimiento sobre todo lo que engloba la profesión y su mercado laboral actual y, en segundo lugar, preparación para una predisposición sobre lo que nos espera cuando dejamos de ser estudiantes de música.
En el mundo laboral musical no solo vale con “tocar bien”, creo que en eso estamos todos de acuerdo. Hay multitud de habilidades con las que nos topamos demandados al salir de lo que yo llamo las burbujas institucionales que son, al menos hoy en día, absolutamente imprescindibles para poder sobrevivir y forjarte un futuro y no todas pasan, por poner el ejemplo que más descarado me parece, por desarrollar las habilidades para ser músico de orquesta, porque no todos podemos serlo y/o no todos queremos serlo.
¿Lo más complicado? Encontrar tu perfil, el que de verdad tú quieres para una profesión en la que llevas formándote más de 20 años y que no te veas afectada para tomar la decisión por las salidas impuestas o prejuicios sobre las mismas que recaen sobre nuestras espaldas como estudiantes de música. Yo, personalmente, aún ando en el camino…
¿Lo más complicado?Encontrar tu perfil, el que de verdad tú quieres para una profesión en la que llevas formándote más de 20 años
¿Nos cuentas tus proyectos más inmediatos?
En estos momentos me encuentro viajando a Basilea, donde voy a ensayar con Pau Fernández, compañero de Aión Dúo, para nuestro concierto en Helsinki (¡qué ilusión nos hace volver a donde nació nuestra aventura!).
El programa es casi en su totalidad nuevo para nosotros. Con título Hommage a Busoni, queremos homenajear al compositor italiano que trabajó como profesor en la Academia Sibelius durante la primera mitad del siglo pasado. Su obra para clarinete es tan desconocida y olvidada como prolífica gracias a que su padre era clarinetista. En el programa también estará …Esconden su radiante imagen que encargamos a la joven compositora valenciana Claudia Cañamero para nuestro espectáculo interdisciplinar Safo_fonías y, por último, la Sonata del finés Sebastian Fagerlund. Una obra tremendamente exigente y nuestro primer gran reto para este 2022. Marzo me ilusiona mucho, por fin llevaremos Safo_fonías a mi ciudad, Granada, dentro de la programación de la Cátedra Manuel de Falla de la Universidad de Granada.
A parte, estoy comenzando un emocionante camino con el clarinete histórico y desde la asociación que presido, Tarab Hispánica, seguimos trabajando en el Festival Ágora ´22 así como diversos proyectos que esperamos salgan pronto a la luz.
¡Lo importante es no dejar de estar en el camino!

Bueno, pues esta es Claudia Reyes Segovia, de la que seguiremos oyendo hablar, seguro. Si queréis saber más sobre ella, no dejéis de visitar su web: www.claudiareyessegovia.com
Como siempre, ¡gracias por leer!
Cecilia
Una respuesta a «CON NOMBRE PROPIO: CLAUDIA REYES SEGOVIA»